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El uso indebido de las drogas y la adicción
Las drogas, el cerebro y la conducta: la ciencia de la adicción.
Difunde: Yael G.D. Enero 2022
La drogadicción se define como un trastorno crónico y recurrente caracterizado por la búsqueda y el consumo compulsivos de la droga pese a sus consecuencias negativas. Se la considera un trastorno cerebral porque genera cambios funcionales en los circuitos del cerebro que participan en la recompensa, el estrés y el autocontrol. Esos cambios pueden persistir aún mucho tiempo después de que la persona haya dejado de consumir drogas.
La adicción es muy similar a otras enfermedades, como por ejemplo, una enfermedad cardíaca. Ambas perturban el funcionamiento normal y sano de un órgano del cuerpo, tienen graves efectos perjudiciales para la salud y son, en muchos casos, prevenibles y tratables. Sin tratamiento, pueden durar toda la vida y causar la muerte.
En general, las personas consumen drogas por varias razones:
Cuando una persona comienza a drogarse, tal vez perciba lo que parecen ser efectos positivos. También puede sentir que es capaz de controlar el consumo, pero las drogas se pueden apoderar muy rápido de la vida de una persona. Con el tiempo, si el consumo de la droga continúa, otras actividades placenteras se vuelven menos placenteras y la persona tiene que consumir la droga solo para sentirse normal. El control de la necesidad de consumir la droga se hace difícil, aun cuando el consumo cause muchos problemas para quien la consume y para sus seres queridos. Es posible que algunas personas comiencen a sentir la necesidad de consumir mayores cantidades de droga o consumirla con más frecuencia, incluso en las etapas iniciales del consumo. Estas son las señales de la adicción.
Aun el consumo relativamente moderado de drogas es peligroso. Por ejemplo, un bebedor social embriagado puede conducir un vehículo y convertir muy rápidamente una actividad placentera en una tragedia que afecte muchas vidas. El consumo ocasional de drogas, como tomar un opioide para lograr un estado de euforia o high, puede tener efectos igualmente desastrosos, entre ellos la disminución de la capacidad para conducir y la sobredosis.
La decisión inicial de consumir drogas por lo general es voluntaria. Pero con el consumo continuo, la capacidad de una persona para autocontrolarse se puede deteriorar gravemente. Esta disminución del autocontrol es el sello distintivo de la adicción.
Estudios de imágenes cerebrales de personas adictas muestran cambios físicos en las zonas del cerebro esenciales para el buen juicio, la toma de decisiones, el aprendizaje, la memoria y el control del comportamiento. Estos cambios ayudan a explicar el carácter compulsivo de la adicción.
Como sucede con otros trastornos y enfermedades, la probabilidad de volverse adicto varía según la persona, y no hay un factor único que determine si alguien se convertirá en drogadicto. En general, cuantos más factores de riesgo tiene una persona, más posibilidades tiene de que el consumo de drogas la lleve al abuso y a la adicción. Los factores de protección, por su parte, reducen el riesgo de adicción. Tanto los factores de riesgo como los de protección pueden ser ambientales o biológicos.
Los factores biológicos que pueden afectar el riesgo de una persona de convertirse en drogadicta incluyen los genes, la etapa de desarrollo en la que se encuentra, e incluso el sexo y la raza. Los científicos estiman que los genes—incluidos los efectos que los factores ambientales tienen en la expresión génica de una persona (llamados epigenética)—representan entre un 40% y un 60% del riesgo de adicción de una persona. Además, el riesgo de consumo y adicción a las drogas es mayor en los adolescentes y en las personas que sufren de trastornos mentales que en otros grupos.
Los factores ambientales son los que se relacionan con la familia, la escuela y el vecindario. Entre los factores que pueden aumentar el riesgo de una persona se cuentan:
Una de las zonas del cerebro que continúa desarrollándose durante la adolescencia es la corteza prefrontal, aquella parte del cerebro que permite evaluar situaciones, tomar buenas decisiones y controlar las emociones y los deseos. El hecho de que esta parte crítica del cerebro de los adolescentes esté todavía en formación los coloca en una situación de mayor riesgo de probar drogas o de continuar consumiéndolas. El consumo de drogas durante esta etapa del desarrollo puede causar cambios en el cerebro con consecuencias profundas y duraderas.
Como mencionamos previamente, el consumo temprano de drogas aumenta las posibilidades de que una persona se convierta en adicta. Cabe recordar que las drogas modifican el cerebro, lo que puede causar adicción y otros problemas graves. Por lo tanto, prevenir el consumo temprano de drogas o de alcohol puede servir de mucho para reducir estos riesgos.
El riesgo de consumir drogas aumenta sustancialmente durante las etapas de transición. En el caso de los adultos, un divorcio o la pérdida del trabajo pueden aumentar el riesgo de consumo de drogas. Para un adolescente, las épocas de riesgo incluyen las mudanzas, el divorcio de sus padres o el cambio de escuela.
Cuando los niños pasan de la escuela primaria a la escuela media, deben hacer frente a nuevas situaciones sociales, familiares y académicas que les resultan difíciles. A menudo, durante este período se ven expuestos por primera vez a sustancias como los cigarrillos o el alcohol. Al ingresar en la escuela secundaria, pueden encontrarse allí con una mayor disponibilidad de drogas, adolescentes más grandes ya dados al consumo y actividades sociales en las que se consumen drogas. Cuando dejan la escuela secundaria y comienzan una vida adulta más independiente, sea en la universidad o en un ámbito laboral, también pueden verse expuestos al consumo de drogas, alejados ya de la estructura protectora que proveen la familia y la escuela.
Un componente normal del desarrollo adolescente es cierto nivel de toma de riesgo. El deseo de probar cosas nuevas y ser más independiente es sano, pero también puede aumentar la tendencia de los adolescentes a probar las drogas. Las partes del cerebro que controlan el juicio y la toma de decisiones no terminan de desarrollarse hasta pasados los 20-25 años. Esto limita la capacidad de un adolescente para evaluar correctamente los riesgos de probar drogas y hace que las personas jóvenes sean más vulnerables a la presión de sus compañeros.
Dado que el cerebro todavía está en desarrollo, es más probable que el consumo de drogas a esta edad perturbe la función cerebral en zonas que son críticas para la motivación, la memoria, el aprendizaje, el juicio y el control del comportamiento.
Aplicando la última tecnología de imágenes, se está llevando a cabo un estudio único en su tipo que arrojará perspectivas cruciales sobre los aspectos fundamentales de la adolescencia que moldean el futuro de una persona. En el marco del estudio Adolescent Brain Cognitive Development (ABCD), patrocinado por el NIDA, los científicos observarán y analizarán de qué manera las experiencias de la niñez—entre ellas el consumo de cualquier droga—afectan el desarrollo del cerebro, cómo interactúan entre sí y con la biología en evolución del niño, y de qué modo afectan el desarrollo del cerebro y condicionan los resultados sociales, de conducta, educativos y de salud, entre otras áreas de su vida.
Estas imágenes cerebrales muestran el circuito asociado con el sistema de recompensa en las regiones cortical y subcortical del cerebro, que tienden a estar más activas cuando un niño logra una recompensa. Si bien todas las imágenes muestran las áreas del cerebro que se activan con la recompensa, las regiones en amarillo y rojo son las que registran mayor actividad.
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